martes, 30 de septiembre de 2014

Un pequeño pero gran cambio.

Provengo de un instituto de secundaria de un pequeño pueblo en la costa, pero hace más o menos una semana me he cambiado a otro instituto en el centro de la ciudad.
He podido notar como si tuviera que empezar de cero, no  por las materias y los contenidos, si no por las costumbres y el comportamiento diferente de las personas. 
Me he dado cuenta de que, aunque sea una alumna de esa clase, un curso que ya he hecho anteriormente, soy la que está más verde, aunque supuestamente tendría que ser al revés, ya que yo ya aprendí el año pasado lo que ellos van a dar en el futuro, pero no es así.
Cosas como por ejemplo el libro ''Plenilunio'' de Antonio Muñoz Molina, o ''Crónica de una muerte anunciada'' de Gabriel G. Márquez, que yo los conocí en segundo de bachillerato, ellos ya lo traían estudiado (aunque no leído) del curso anterior. 

Es increíble la cantidad de diferencias que he encontrado entre uno y otro. 
La primera diferencia, y la más evidente, es la increíble desigualdad en el tamaño y en el estilo de las instalaciones de cada instituto. Se nota muchísimo la diferencia entre un colegio con dinero y uno sin dinero, tanto, que si llegamos a fotografiarlos, sabríamos distinguir con certeza cual es cual. 
A diferencia de mi instituto anterior, con techo tóxico, paredes agrietadas, el techo agujereado por bolígrafos y lápices que en su tiempo estuvieron ahí pinchados, falta de papel y jabón en los baños, injusticia y gran falta de profesionalidad en los profesores, los patios y los pasillos sucios por los restos de la comida de los alumnos,... este nuevo instituto es más grande, está limpio, ordenando y bastante bien cuidado. También es más estricto con respecto al cumplimiento de las normas.

En cuanto a los profesores; son más serios, se molestan en explicar ellos mismos la teoría y a preparar apuntes que luego nos entregan en forma de fotocopias (cosa que los anteriores no hacían, buscaban información que ya estaba hecha en Internet, la enseñaban en clase para todos y si te daba tiempo a copiar, bien, si no, te aguantabas porque el/la profesor no esperaba), también son más exigentes. 
De todas maneras, siento que me va a costar mucho coger el ritmo de esta clase, ya que yo no estoy acostumbrada a tener buen ritmo ya desde el principio, si no que estoy acostumbrada a que los profesores hablen con los alumnos de sus vidas, de asuntos que no tienen que ver con lo que tenemos que dar, -pero luego siempre lo preguntan en los exámenes- creo que podría contarte la vida universitaria y las cosas que hace la hija de mi profesor de lengua española, sin embargo, no sería capaz de diferenciar entre una oración subordinada adjetiva y una completiva, por ejemplo.

Y si hablamos de los alumnos, he podido notar también un importante cambio. Solamente en el primer día de clase ya dije, y cito textualmente ''Dios mío! Que comparación!'' 
En este instituto la gente viene arreglada, bien vestida, y hasta parece que vienen con ánimos para dar clase. No como en en el otro, que venía cada uno como le apetecía, con lo primero que encontraban en el armario, si podían, un chándal y casi siempre con lo que esta ahora de moda, que para mi gusto me parece muy de ''choni''; las típicas sudaderas Obey o las zapatillas Vans, que piensan que alguien no es guay si no tiene al menos unas de esas cosas. 
En el aula, los alumnos están callados, atendiendo a las explicaciones de los profesores, levantando la mano cuando piden voluntarios y contestando cuando el profesor pregunta. Mientras que en el otro, siempre se oían murmullos por detrás de la voz del profesor, y el profesor tenía que perder gran parte de la hora mandando callar a la gente (y sin apenas conseguir resultado más que por un ratito) y había que sacarles las cosas a los alumnos con espátula y apenas nadie participaba en la clase cuando pedían voluntarios mas que las tres mismas personas de siempre. 

En fin, estoy muy contenta aquí, este es el ámbito de estudio y de vida que siempre busqué. Aunque me cueste un poco más por no estar acostumbrada, voy a hacer mi mayor esfuerzo por integrarme en esta clase y hacerme notar al menos un poquito para que al leer mi nombre en un examen no se pregunten quien soy e intentar seguir lo más rápido posible el ritmo de las clases.
En total, creo que solamente he encontrado dos cosas en común entre ambos institutos: que en ambos hay el mismo escándalo para subir por las escaleras de vuelta a clase después de un recreo y que la profesora de gallego se las trae duras.